“No iba a poder tener hijos”

Su relación amorosa más valiosa ocurrió concluyendo su adolescencia. “Él cubría todo lo que una chava puede aspirar a esa edad”: “Traía moto, era un chavo fresa, de Las Lomas, de familia, guapetón. Así gordito como a mí me gustan” (ríe). A pesar de que sabía que su relación con Carlos no tenía futuro, debido a sus distintos sistemas culturales —Adela, judía, y Carlos, católico— vivía con un miedo e incertidumbre constante. Cada vez, al bajar de su moto, intentaba no ser vista por nadie y entraba a su casa en silencio. Lo describe como “horrible”. Sin embargo, la emoción y el enamoramiento eran mayores a su temor. Fue una relación breve, duró nueve meses, pero fue la más intensa de su vida.

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“Yo empecé a vivir un duelo a los 40 años —por mi edad— ya no iba a poder tener hijos”.

Escuchando a Martha Debayle, en su programa de radio, Adela Chami se enteró acerca de las clínicas de fertilidad asistida. Ahí, a la edad de 44, comenzó su búsqueda.

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Era el cumpleaños número ocho de los mellizos —Carlos y Sara— los más pequeños de la familia. Somos cuatro hijos, y tener un perro de mascota, siempre fue un gran anhelo de todos. Debido a que nuestros padres nunca nos dieron uno, la tía Adelita llegó ese día con una cachorrita de regalo.

Anocheció, se fueron los invitados, y había llegado el momento de que Adelita se fuera y nos dejara a la perrita. De pronto, una expresión seria, ojos saltones y boca torcida, se veía reflejada en la cara de cada uno de nosotros. Observamos que un río de lágrimas corría por las mejillas de la tía Adelita, al desprenderse de la perrita. En eso, lo supimos; la nueva cachorrita sería de ella.

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A los cinco años, Adela le lloraba a su madre para que le diera una hermana menor, para cuidarla y hacerle compañía. Para curarla de la soledad que se había visto condenada a sufrir. “Se lo pedí tanto, como le pedí tanto a Dios que me mandara a mi hija. Con esa misma intensidad”.

“Yo me sentía muy sola. Mis hermanos mayores eran niños, y el segundo —un año y medio mayor que yo— me molestaba mucho. Todo el día me jodía, todo el día me chingaba. Yo creo que eran celos”.

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Logró su sueño de ser maquillista, sin embargo de pequeña su más grande aspiración era otra: “Quería ser psicóloga en realidad. Pero, ¿sabes por qué quiere ser uno psicólogo? Es una forma de autosanarte”. Un vívido recuerdo de su niñez, es la tristeza que sentía en el camión, camino a la escuela, sabía que necesitaba un psicólogo; lo anhelaba. “Imagínate de niña sentirte sola, está muy cabrón”.

“Sí hubo momentos que pasé muy felices. Pero desperté muy pronto a la crueldad de los gritos, de los pleitos que puede haber entre papá y mamá. Un papá que no te besaba, una mamá que tampoco era cariñosa”.

Tuvo que madurar muy rápido. “En ese tiempo era tener hijos por tenerlos. Como un trámite de vida. Te casas por casarte, tienes hijos por tener hijos”.

El 20 de abril de 1975 (seis años después que ella), nació su hermana. “Fue mi gran locura de vida. En eso volcaba yo todo mi tiempo, mi amor, mi ternura, mi cuidado, mi protección… todo”.

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A pesar de tener una relación distante con su madre, no era una niña descuidada. “Mi mamá hacía lo que tenía que hacer, como Dios le daba a entender.” Recuerda algunas fiestas de cumpleaños que su madre organizaba. 

Su relación, como toda adolescente, se vio afectada en aquella época. “Mi mamá era muy guapa, y muy delgada. Yo era una niña gordita. Entonces ella me fastidiaba mucho con el tema de la comida”.

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A los 14 años, se fue a vivir a Detroit, EE.UU. La recibió una familia judía ortodoxa. Ella era como la nana de los niños, le encantaba cuidarlos. Ahí asistió a una escuela religiosa, únicamente había niñas. A pesar de que le gustaba la religión, al volver a México, no provocó que su nivel de religiosidad sea extremista.

Su madre asegura que ese año fuera de México, durante su adolescencia, fue un factor importante, influyente en el hecho de la ausencia de un matrimonio. Constantemente repite que ese pudo haber sido un año para conocer un prospecto de novio, dentro de la comunidad judeo mexicana.

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Pasando sus cuatro décadas de vida, y algunas relaciones amorosas, cuando escuchó el programa de radio, acerca de las clínicas de fertilidad asistida, se encontraba en una relación. A pesar de que él la ilusionaba de tener un hijo, nada lograba concretarse. Terminó con él, y a los tres meses se encontraba en otra relación. Fue la misma historia en cuanto a la ilusión de formar una familia. 

“Yo lo iba a lograr, a como diera lugar. Yo lo iba a hacer, pero en el inter sí llegaba a pensar que no… O sea, ha sido muy difícil, es un tema muy desgastante (…) Llegó un momento que dije: ‘voy sola’”.

Su relación familiar no era muy unida, por ello sabía que le costaría trabajo, y anhelaba una pareja. Esto no la detuvo para continuar con el proceso. Ni siquiera su intento previo en una clínica, donde la fecundación no había funcionado. 

La gente de su entorno y su comunidad, no fueron obstáculo alguno. “No había tiempo para pensar en eso. Si yo dudaba, no se iba a hacer. Entonces no podía. Me valía madre”.

“Empecé a hablar con una amiga, y con gente que lo hizo. Ya no me sentía tan sola en el mundo. Vi que había otras personas que lo habían hecho”. 

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Desde que tuvo a Naomi recibió mucho apoyo, tanto de su familia por parte de su padre, como la de su madre. Que, a pesar de ser familias ortodoxas y ultra conservadoras, las recibieron con los brazos abiertos. “Más de uno me dijo que fue lo más inteligente que he hecho en mi vida”.

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“Me siento satisfecha con mi vida, porque he vivido. A mi edad —52 años— me siento plena porque he hecho lo que he querido. Con mis trabas, con mis dolores. Hay cosas que pasaron, que me hacen cuestionarme su razón. (…) Ahora que está mi hija conmigo, no hay nada que lo pueda suplir. Naomi (con dos años de vida), es una niña extraordinaria”.

“Le agradezco a mi hija y le digo todas las noches: ‘Gracias por haberme escogido. No hubo una mejor mamá para ti, y no hay una mejor hija para mí’”.

“Como es una bebé amada y deseada, en su inconsciente solo se está albergando algo bonito. Esto le va a dar muchas tablas en su vida para ser una persona feliz”.